Réquiem
Mi padre se escurría entre las sombras.
Iba del patíbulo a la luz.
Sus miedos, todos, le rodeaban
martillando historias nuevas
sobre cosas antiguas.
Mi padre-luz mató a mi padre-sombra:
se le escurrió debajo de la piel.
Una mujer que piensa
Una mujer que piensa hace un discurso
-en su resurrección, las líneas le persiguen- .
Una mujer que piensa ya no gime:
calmó su llanto el fuego de una fragua.
Una mujer que pensó escribe ahora
sobre otra vez
otra mujer
otra palabra… Una mujer escribe.
La llevaba en el pecho,
justo del lado izquierdo,
donde corresponde.
Era la fiel, única,
incansable…
Había ahogado cada pena en su regazo,
disfrutado triunfos,
llorado decepciones…
Por eso estaba allí,
latiendo en su pecho,
del lado izquierdo,
donde corresponde.