Fred Danilo Baltodano

Poesía de Fred Danilo en Alta Literatura — Fred Danilo

NUBES

Del recuerdo poseo tu calor y el secreto de tus gemidos. Llega el silencio donde te nombro solitario y resignado. Tiempo ido, tiempo irremediable, es la sombra que me persigue atento a tu pasión, aun cuando solo quedan trozos de hielo esparcidos por el piso. El tiempo es calor, y la temperatura se evapora y penetra en ciclo desde mi calma hasta los canales de mi sangre. Pero estoy consciente, aunque acepto el delirio, que ya somos tiempo, agua y vapor maldito que navega vertical para ser lluvia. A veces siento los truenos que emanan desde mis poros, cuando llueves encima de mi tiempo. El reloj de la nostalgia te invoca con una mano y con la otra poseo la resignación. Solo dejo que el recuerdo te figure y que el presente quizás obvie el elogio de la decepción. Por si acaso, miro al cielo.

Conozco la lluvia.

ÁLGEBRA VERTICAL

Buscando el peso del cielo.

He sido presa por los números

Tiempo tardé al caer en cuenta que la razón es el vacío de lo azul

Donde desperté sobre la piel de tanto almanaque,

donde las hojas de otoño

le han ganado al infinito,

donde las flores de abril

engordan las tarjetas de crédito

del funerario, el florista y las procesiones de cada cenáculo.

En la suma de las cuentas

Los números me abandonaron.

Por ello sopeso deponer cada letra de mi nombre, una a una, en conteo

por si no me entienden los contadores de la vanidad.

Los promontorios del ejemplo mundial.

A ellos las leyes, los acuerdos.

A ellos el pretexto de las bases de datos.

A ellos la narrativa maldita de la salvación.

A ellos la confianza de tanta muerte por delante.

Cansado estoy de tantos conteos

Pareciera que lo eterno se viste

con el sudor metálico de las minas de Salomón.

Pareciera que todo ha sido necesario.

Tanta muerte por doquier, tanta estratagema en favor de la justicia social.

Y la justicia solo se encarga de anchar las panzas de las camisas mangas largas tras la pantalla cristalina de la moral,

de esos Dráculas insaciables

que limpian con hilo dental tanta vida adolescente entre sus muelas.

Hagan todo de nuevo.

Qué el mar invada las naciones.

Qué las pestes hagan posesión del día.

Qué las invasiones del hombre sean aroma de las costumbres para las futuras biblias y justificadas sean en la alianza de las colmenas.

Yo tengo otra esperanza en mis manos.

Y ya no sé qué es la vida, ni la muerte, ni el suspiro de un encuentro, ni el aliento de los amantes, ni la sonrisa del convicto al salir de cárcel.

Mi esperanza, solo sé que pinta de azul y es vacío su cuerpo.

Los números serán silencio vacuo

Y en nombre de ellos levantamos pirámides de símbolos cuando bien sabemos que el cielo es negro de noche y lo azul relatividad solar.

OXIDACIONES Y ANHELOS

Rechinan mis dientes

y no es oxidación, es la tolerancia que increpa desde el fracaso la eternidad de los infiernos.

Ya poco importa el paraíso, el caramelo del imberbe, el desmayo de los ancianos ante el hambre

del decoro en vicio y las medallas de las extintas quimeras africanas.

Acá, ya hemos triunfado.

Oxidados los relojes.

Detenidas las agujas de la carne.

En los inodoros de la Atlántida

reposan los bolsillos de la dicha en el porche de las leyendas.

Hemos triunfado, sí,

siempre vencemos.

Y el conteo de las estrellas es inexperto

ante la exégesis de la vergüenza.

Una máquina de coser

puntea en línea recta el perfume agreste de las desesperanzas.

Rechina cada partícula.

Amortiguan sobre la sangre escondida.

Rechinan los átomos de mis sueños

cuando el suspiro de los tiernos son ciclones a destiempo.

El oxígeno rechina esta rutina color de café.

No importa, aún sueño, aunque sea en trozos imposibles de armar.