Mailin Castro

Poesía cubana de la mejor en este recital poético de Alta Literatura, donde les presentamos a la Poeta Mailin Castro
Mailin Castro

Family game

Mi hija duerme a la luz de mi madre.

Sus bestias quieren alcanzarla

Como en un tiempo lo hicieron conmigo.

Hay una fiera en mí

que despierta y aguarda,

que atraviesa las paredes con el oído

dispuesta a embestir a la menor señal.

La imagen de mi madre se desvaneció

cuando crecí.

En mi hija hay un poco de ella,

otro tanto de mí

Yo, sin embargo, canto y aguardo,

Aguardo y canto

Para mutilar las sombras repugnantes

Que se acercan.


Auto examen

Duermo y despierto sin voz

la verdad ronda mi casa

sin atreverse a entrar

sin atreverse a cambiar de garganta.

Soy un enfermo

que permanece en el campamento

y que quiere ser expulsado.

Sueno mi campana y aviso

soy un leproso

que no contagia

mientras espero

que algún día salga mi voz

mi propia voz

aunque sea para condenarme.

Poesía cubana de la mejor en este recital poético de Alta Literatura, donde les presentamos a la Poeta Mailin Castro

Imágenes de archivo

Mi amigo y yo, crecimos juntos, apretados

bajo la misma estrella solitaria

él miró más allá de las palmas,

la ruta de Cortés

y tuvo en Moctezuma un delirio.

Se creyó libre.

Yo, sin embargo, espero que no olvide

las grietas del atardecer.

Las veces que encontramos la palabra

oculta entre esas enredaderas

que no florecen ya.

Mi amigo y yo cantamos

el mismo himno alguna vez.

Las consignas,

los versos.

aunque ahora no está

Y son iguales las palmas,

los ciruelos.

menos nuestros, es cierto,

menos imprescindibles.

Le quisiera decir cuanto han cambiado

Las tardes,

las canciones.

Mi amigo y yo, nos juramos lealtad

Pero se ha ido más allá de las palmas

Al Tampa de Martí

Y no me quedan versos,

consignas,

Ni más lealtades.

Escena común

Soy culpable

Mi espacio se llenó de pus

cuando aprendí a vivir

en la izquierda de la izquierda.

Algo sucio y moribundo

donde se soportan los errores

con tranquilidad.

Hago memoria de los rezos de mi abuela.

De ella heredé las respuestas en monosílabos,

la venganza

y el silencio cómplice.

Ahora evado la sombra de lo que fui,

aprendo murmuraciones en alto valiryo.

Puedo incluso hasta gritar,

heredar a mis hijos mis metáforas

preñadas de culpa y miedo

Sin embargo,

les dejo la piedra

la cruz

y el retrato de mi abuela.