![Poesía cubana de la mejor en este recital poético de Alta Literatura, donde les presentamos al Poeta Osmel Valdés](https://altaliteratura.wordpress.com/wp-content/uploads/2022/11/osmel-valdes.jpeg?w=169)
Ambigüedad
La vi ondular,
flotaba como si el cielo fuera una mentira.
Para esconder sus curvas
cerré los ojos más allá de sus franjas,
el suelo estaba aún bajo mis pies.
La quise para mí,
su libertad,
sus cuerdas para mí,
el ondulante juego de la sombra.
Tenía el asta erguida,
el corazón erguido
y ella ondulaba
como si el cielo fuera una mentira.
Amanecer
La casa estaba cerrada,
era temprano aún
y no había yerbas en su monte
ni la amapola florecía en él.
Un poco más arriba
dos nacientes colinas
apuntaban al sol.
Era temprano aún
pero no se pueden ocultar esos paisajes
y el extraño
encontró el sendero escondido
en las colinas
y la puerta se abrió.
No había yerbas en su monte,
el color de la amapola deshojada
anunció la perenne apertura de la casa.
![Poesía cubana de la mejor en este recital poético de Alta Literatura, donde les presentamos al Poeta Osmel Valdes](https://altaliteratura.wordpress.com/wp-content/uploads/2022/11/recital-21.jpg)
Dos express y un cappuccino
Mi esposo elige la mesa,
ordena el café,
lo paga.
El muchacho de en frente luce hermoso.
Mi esposo habla de Dios,
de sus designios,
del orden natural,
de los designios.
El muchacho tiene largas extremidades
Mi esposo ha visto mis ojos y pide otro café.
Le pregunto si puedo y no responde.
Es tan solo un muchacho,
es un muchacho solo.
Entonces si,
¿qué pudiera cambiar otro café?
El muchacho nos observa.
Su silencio, es hermoso.
Mi esposo ordena otro café,
lo paga.
El muchacho pone azúcar en mi taza,
sus ojos se posan en mi esposo,
se deslizan,
beben sin mirarme.
Luego pone una mano muy suave
sobre la mano de mi esposo,
muy tierno agradece
y se va flotando a su rincón.
Mi esposo pone su mano dura sobre mi mano
y me pregunta;
si no estaba demasiado dulce,
mi café.
Lucy in the sky
Cambié mi cama de lugar
y se quebraron todas las paredes de mi casa.
Fui pan de muchos que no entienden,
no saben la gotera,
que no saben.
Por las grietas entraron sus jinetes,
horadaron mi sombra.
Los he visto
cargar como demonios el silencio
de su estabilidad,
el cuerpo roto de sus deseos.
Cambié mi cama y ha bastado ese cambio
para hundirme
las manos en el pecho
y despertar.